Para saber cómo trabajar y ayudar a un niño o adulto con TDAH es importante entender el trastorno y eliminar mitos o creencias falsas sobre el mismo. Por eso recordamos brevemente lo que vimos en el artículo anterior: se trata de un trastorno de origen neurobiológico con una elevada carga genética en el que también influyen otros factores socio-ambientales que pueden agravar los síntomas y dificultar el pronóstico. Es importante destacar que este trastorno no está causado por alergias alimentarias, problemas familiares, una pobre educación, malos profesores o dificultades escolares, aunque normalmente se presenta asociado a problemas como trastornos emocionales, conductas inadecuadas, dificultades de aprendizaje, etc.
Es un trastorno que se inicia en la infancia, en un 70% de los casos persiste durante la adolescencia y puede continuar en la edad adulta en muchos de ellos. Existen tratamientos eficaces pero, por varias razones, es fundamental un diagnóstico y un tratamiento adecuados desde edades tempranas. Los niños con TDAH tienen que enfrentar problemas en su vida diaria que van mucho más allá de los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad; entre ellos se incluyen el fracaso escolar y problemas de conducta en la escuela, pobres relaciones con los compañeros y con padres y hermanos/as y dificultades para obedecer las peticiones de los adultos.
Todos estos problemas son muy importantes porque influirán en cómo les irá a los niños con TDAH a largo plazo. La literatura existente indica que los factores que tienen mayor poder predictivo de cara a una mejor evolución para cuando sean adultos son: las estrategias que tengan sus padres para cuidarles, criarles y educarles, cómo se lleva con otros niños de su edad y su progreso/ éxito en la escuela.
¿Qué podemos hacer con un niño TDAH?
Para obtener mejores resultados, las intervenciones de los padres, los profesores y el niño deben llevarse a cabo al mismo tiempo. Veamos algunos puntos a tener en cuenta:
- Comienza con metas que el niño pueda alcanzar en pequeños pasos.
- Procura ser consistente y coherente (a través de los diferentes momentos del día, los diferentes lugares y las diferentes personas de su contexto), el mejor modelo es actuar antes que llegar a desgastarnos con “charlas infinitas”.
- Hay que saber que el aprender y enseñar destrezas nuevas lleva tiempo y el progreso de los niños va a ser gradual.
- Es bueno “cambiar de actitud”, comprender los motivos del comportamiento de nuestro hijo, empatizando con él, siendo capaces de creer que lo que nos dice la gente no es “la verdad” (no son niños maleducados, malos o vagos), son niños con unas determinadas características neurobiológicas que afectan de manera directa a su conducta y rendimiento.
- Entiende su funcionamiento y por ello fijate en cuando sueles castigarle y por qué. Normalmente el niño suele empeorar cuando le castigamos (muchas veces desesperados con castigos desproporcionados) reforzando sin darnos cuenta la percepción negativa que tenemos de su comportamiento y que continúen con esa mala conducta y la percepción de que es difícil de manejar recibiendo menos mensajes positivos. Cambiar la forma en la que reaccionas puede dar grandes resultados.
- Dale a tu hijo feedback y muestrale las consecuencias más inmediatas y frecuentes. Se constante en lo que hagas.
- Trabaja la culpa que pueda surgir: “soy mala madre/ mal padre”, “lo debo hacer todo mal”, etc. A través de la aceptación del TDAH podemos equivocarnos porque aprendemos con ellos.
- Usa consecuencias poderosas como incentivos antes que castigos, premios o refuerzos.
- Planifica con antelación las situaciones problemáticas para poder tener estrategias para resolverlas cuando sucedan y no tener que recurrir al castigo. Pasito a pasito, mantener una perspectiva de la dificultad.
- Intenta no personalizar las malas conductas de los niños y no “etiquetar”.
- Practica el perdón.
- Trabaja el autocontrol: Es complicado enseñarles a esperar en un mundo donde se premia la inmediatez, donde las cosas se quieren para “ya”. Propicia que asuman las consecuencias naturales de las cosas y no permitas que se auto-etiquete, sino enseñarle estrategias compensatorias cuando no sea capaz de actuar de otra forma.
- Mejora la comunicación con un lenguaje positivo, evita el “no”, “siempre”, “nunca”… Es mejor dar órdenes sencillas y concretas, definidas operativamente. Desde casa sé su modelo para poder modelar su conducta a la hora de resolver conflictos.
¿Y qué se trabaja en un adulto con TDAH?
La intervención tendrá como objetivos principales:
- Mejorar la organización, planificación y manejo del tiempo. Aprender a gestionar mejor el tiempo utilizando listas, tablas, calendarios y otros dispositivos de organización. Establecer prioridades en casa y en el trabajo, etc… (se ha observado que las personas tendemos a hacer primero las actividades más fáciles o las que más nos motivan, esto puede llevar a tener la sensación de que se completan actividades y que se está muy ocupado, pero a la vez no se progresa en los objetivos importantes.
- Programar, fijar una meta e implementar un plan para alcanzarla tomando conciencia del tiempo (usar la agenda o móvil, escoger un momento del día para revisar qué está apuntado, un lugar habitual donde tener la agenda, anticipar imprevistos…)
- Manejar la impulsividad (tendencia a actuar antes de pensar y no considerar las consecuencias de la propia conducta): analizar la situación, pensamientos, conducta, reacciones…
- Analizar la situación, pensamientos, conductas y reacciones…. Aprender a manejar la frustración y la impulsividad, los tiempos de espera, evitar las respuestas precipitadas. Una de las principales dificultades en el TDAH, el manejo de la rabia, una emoción que puede tener una función adaptativa, ya que en algunas ocasiones puede ser un motor de cambio, por ello el objetivo no será eliminarla sino tratar de gestionar mejor las emociones.
- Mejorar la atención: prevenir las distracciones aplazándolas, controlar el entorno y trabajar sobre la dedicación de tiempo (aprender estrategias para aumentar la atención como reforzarnos cuando alcanzamos el objetivo con alguna autorrecompensa como actividades que nos gusten, proponernos retos “a ver si soy capaz de terminarlo en una hora” o hacer descansos.
Todo esto son pautas generales con las que pretendemos ayudar a entender un poco más el TDAH y a saber cómo trabajar o ayudar a las personas que lo padecen. En este terreno se puede profundizar mucho más teniendo en cuenta que cada persona (niño, adolescente o adulto) es diferente y son muchas las variables que nos influencian y pueden ayudarnos o perjudicarnos.
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