Tradicionalmente se ha relacionado el Cociente Intelectual (CI) con la probabilidad de tener una mayor éxito en la vida. Esto sucedía porque se consideraba que la inteligencia era única y podía medirse a través de este cociente. Actualmente se sabe que no existe una única inteligencia, sino que son varias, y que estas no son algo fijo o estático sino que son capacidades que podemos entrenar y potenciar de forma continua a lo largo de nuestras vidas. Son numerosas las investigaciones que han concluido que el CI repercute tan sólo un 20% en el éxito personal y profesional, mientras que otras capacidades, como en este caso la Inteligencia Emocional, parecen tener un peso mucho más importante.

Podemos definir la inteligencia emocional como la capacidad que tienen las personas de gestionar y entender las emociones propias y las de los demás.  Goleman (1995) la define como «La capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlo y compartirlos con los demás».

Pero… ¿Qué son las emociones?

Las emociones son aquellos mensajes que recibe nuestro organismo para que podamos adaptarnos al mundo de una forma satisfactoria y eficaz. Desde que nacemos nos emocionamos. Pero habría que preguntarse ¿Sentimos cada uno las emociones de la misma manera? o ¿Nos emocionamos de igual manera pero es la intensidad y cómo se vive la emoción lo que varía?

Cada persona tiene una memoria emocional que ha ido adquiriendo desde el nacimiento. Todos hemos tenido vivencias que han ido marcando nuestro “coreografía” emocional, las distintas emociones que vamos sintiendo de forma frecuente. Hay que aprender a gestionar lo que sentimos y vivir el presente sin que nos contamine el pasado, pero para ello hay que saber observarse, ver el lado positivo de cada situación vivida y aceptarla como parte de nuestra experiencia.

Es fundamental concienciar a la sociedad de que sentir las emociones es vital, que expresarlas ayuda mucho para una buena realización personal y que sin emociones no se podría vivir.

Gracias a las emociones nos adaptamos al medio. Está demostrado científicamente que aprendemos cuando nos emocionamos. Si te paras a pensar en tus recuerdos de la infancia, te darás cuenta de que recuerdas aquellas personas o momentos que te emocionaron, ya sea de manera agradable o desagradable. Nos encontramos con infinidad de situaciones en las que, si estamos en una emoción adecuada, sabremos gestionar y solucionar cualquier conflicto que puedan aparecer a lo largo de la vida,es  lo que llamamos resiliencia.

Según Roberto Aguado, psicólogo especialista en psicología clínica, autor de la investigación de vinculación emocional consciente VEC, ”la emoción decide y la razón justifica”, las emociones no son buenas ni malas. Cuando hablamos de emociones positivas (como la alegría) nos referimos a emociones agradables, que nos hacen sentirnos bien. Al hablar de emociones negativas (como la ansiedad o la tristeza) nos referimos a aquellas que se viven  de una forma desagradable, con el objetivo de que cambiemos nuestros actos o nos adaptemos a las situaciones que nos rodean. Es por ello que todas las emociones son adaptativas, se asemejan a mensajes que recibimos para poder sobrevivir y funcionar adecuadamente.

¿Qué mensajes nos transmiten las diferentes emociones?  

Tenemos mucho que aprender sobre las emociones y hoy día existen estudios muy interesantes sobre el modo en el que nos emocionamos y cómo gestionar de una forma adecuada el manejo de estas.

  • El miedo nos conduce a huir de un peligro en un momento determinado, con lo que puede salvarnos la vida.
  • La rabia hace que ataquemos si estamos en peligro, la culpa nos conduce a la reflexión y con ello a reparar una conducta inapropiada.
  • El asco nos ayuda a no envenenarnos de sustancias inadecuadas para la salud.
  • La tristeza es necesaria en momentos de duelo en nuestras vidas para poder superarse y volver a empezar.
  • La alegría es necesaria en pequeñas dosis para continuar adelante
  • La seguridad es vital para una buena formación como personas
  • L sorpresa nos ayuda a cambiar de emoción.
  • La admiración es vital para aprender y copiar conductas.

Es muy importante que los niños comprendan los mensajes que implican cada una de las diferentes emociones y sean capaces de actuar en consecuencia. Este aprendizaje en nuestra sociedad puede resultar complicado porque muchos niños viven rodeados de adultos que no saben emocionarse, ni autorregularse y que no son capaces de gestionar bien lo que sienten.

Desde edades muy tempranas podemos trabajar las emociones. Los niños admiran a sus referentes adultos y copian el modo de emocionarse, siendo de gran importancia, por tanto, que éstos transmitan un buen control de las emociones y que la coreografía emocional que van adquiriendo los niños sea la adecuada. Una buena gestión emocional favorece que en un futuro sepan afrontar los problemas, gestionar y tomar decisiones de manera asertiva, relacionarse con los iguales de forma libre y adecuada y aprender a ser mejores personas cada día.

Roberto Aguado, mencionado anteriormente, está realizando un estudio muy interesante sobre la inteligencia emocional tanto en centros de psicología como en centros escolares de nuestro país, para mejorar la calidad de la enseñanza y con ello la formación integral de los niños.

El modelo de Vinculación Emocional Consciente (VEC) consciente es una herramienta de gestión emocional, basada en la investigación científica, desarrollada por el Instituto Europeo de Psicoterapias y de tiempo limitado (IEPTL), donde se trabaja la prevención y desarrollo de competencias emocionales para que las personas sean capaces de vincularse de forma consciente con su estado emocional y gestionar mejor su conducta para obtener una satisfacción vital.

El trabajo emocional con los más pequeños es la base fundamental para un adecuado desarrollo: les permitirá ser más flexibles, aprender a afrontar mejor los problemas, ser asertivos y adaptarse al entorno de una forma adecuada y sana.

En Áncora ayudamos a los más pequeños a gestionar y comprender las emociones.

No debemos olvidar que en nuestra sociedad el estrés y las emociones negativas son muy frecuentes y suelen gestionarse de la forma incorrecta. En Áncora Gabinete de Psicología consideramos fundamental el entrenamiento en capacidades emocionales desde edades tempranas para poder prevenir el mal manejo de estas emociones y la afectación que esto conlleva en las distintas áreas de nuestras vidas cuando seamos adultos (familia, trabajo, pareja, salud…) Por ello, hemos creado un programa de educación emocional para niños de diferentes edades, donde trabajaremos de forma práctica y amena a través de grupos reducidos.

Plantearemos diferentes situaciones para observar cómo reaccionan y así conocerlos más en profundidad, con el objetivo de poder ofrecerles estrategias de actuación ante diferentes situaciones que les van a surgir a lo largo de la vida.

Les haremos pensar, observar, disfrutar, compartir y expresar cada emoción trabajada durante los talleres.

Con este proyecto vamos a ayudar a los niños a gestionar la intensidad de sus emociones, a disfrutar conociéndose y aceptándose, a cooperar, a vivir en una sociedad, a aceptarse, a superar momentos difíciles. Les vamos a dotar de estrategias, cuentos, juegos, dinámicas, reflexiones que compartirán con sus compañeros y con nosotros los profesionales, que nos servirá para un mejor conocimiento del grupo. Con ello, aprenderán a conocerse, autorregularse y emocionarse de una manera adecuada. Experimentarán una formación que nunca olvidarán.

Sonia Batllés García

(Experto en Inteligencia emocional y Coaching VEC)