La Creatividad no es sustantiva, es adjetiva. Hay comportamientos más o menos creativos pero ante todo hay sujetos creativos. A partir del siglo XX se considera la Creatividad como parte determinante de toda existencia y actividad humana: el hombre es un ser que crea y la conciencia humana es el motor que pone en marcha el proceso creativo. Numerosos autores coinciden en que es una falacia la idea de que la Creatividad es un atributo exclusivo de los artistas o genios. La Creatividad es una cualidad innata más o menos desarrollada, más o menos inhibida, más o menos trabajada. Bajo esta idea, debemos consensuar el significado de crear como un verbo (acción), como un proceso y no exclusivamente desde su resultado. También podemos admitir que la Creatividad es aplicable a cualquier expresión cultural en diferentes ámbitos como las ciencias, la política, las tecnologías y por supuesto, el arte. Podemos decir que es un valor cultural de nuestro tiempo y un bien social y de futuro porque es la capacidad y actitud de generar ideas nuevas. Guilford, definió la creatividad como “la cualidad de huir de lo obvio, lo seguro y lo previsible para producir algo que resulta novedoso”. La creatividad es huir de lo obvio y lo seguro remitiéndonos constantemente a nuestro Yo creador. Vivimos en la comodidad de nuestros comportamientos que constituyen nuestros hábitos y rutinas, sin ser conscientes de que los podemos modificar considerando los criterios de valoración que los rigen. Ante esta posibilidad, la persona creativa se enfrenta a esta labor con esfuerzo y constancia, consciente del poder transformador de la actividad y actitud creadora. Y la buena noticia es que la Creatividad constituye un proceso que deviene en aprendizaje y se refleja en la actitud de ir más allá de lo conocido. Poner en práctica cualquier actividad de manera creativa nos muestra su carácter transformador y nos enseña el camino para convertirnos en sujetos plenamente creativos. Conocer las estrategias que
desencadenan la acción creadora puede ser vital para nuestra existencia y una herramienta más que útil, necesaria, para crecer en nuestro proyecto de vida y actividad social, ya que el grupo humano estimula el potencial creativo que según M. Csikszentmihalyi no se produce dentro de la cabeza de las personas, sino en la interacción entre los pensamientos de una persona y un contexto sociocultural. Estas estrategias nos pueden enseñar el camino para pensar en nuestros problemas como oportunidades ya que las situaciones problemáticas constituyen una fuente de estimulación creativa. Por eso, el filósofo, ensayista y pedagogo español J. A. Marina define la creatividad como una necesidad psicológica y de acuerdo con él, desde la experiencia del Arte y la Creatividad podemos trabajar en el crecimiento personal observando en primer lugar lo que queremos y lo que podemos hacer por nosotros, cuáles son nuestros objetivos o cuál es nuestro estado deseado, qué podemos hacer para transformar nuestra realidad, de la misma manera que un artista vive los procesos de creación de sus obras. Y es que, en palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Mara Plá
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