En el año 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), declaró por unanimidad,  el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, con el objeto de concienciar a la sociedad sobre este tipo de trastorno y promover la inclusión social de las personas con Trastorno de Espectro del Autismo (TEA). Queremos aprovechar esta ocasión para dar a conocer este trastorno, su detección, orígenes y la labor del psicólogo a la hora de mejorar la adaptación de las personas que lo sufren

¿Qué es el autismo?
Los TEA (Trastornos del Espectro del Autismo) son un grupo de trastornos del desarrollo, de origen desconocido, caracterizados por alteraciones en la comunicación social, unidas a un patrón de intereses y comportamientos restringidos y estereotipados.

Al hablar de espectro, se hace referencia a que afectan de manera distinta a cada persona y pueden presentarse en muy distintos grados, desde muy leves a graves. Las personas con TEA presentan algunos síntomas similares, como son los problemas de interacción social, problemas de comunicación y de pensamiento e imaginación, pero existen diferencias en cuanto al momento de aparición de los síntomas, gravedad, etc.

En el siguiente link, podemos ver un resumen de los criterios diagnósticos de los TEA, tomado de la Federación Andaluza de Padres con hijos con Trastorno del Espectro Autista.

¿A qué edad se pueden detectar los TEA?
Los TEA aparecen antes de los tres años de edad y es un trastorno que se presenta durante toda la vida, pese a que los síntomas pueden mejorar con el tiempo.

A pesar de que cada niño con TEA es diferente a los demás, y que la edad de detección varía de unos casos a otros, existen una serie de señales de alarma que pueden hacer sospechar sobre la existencia del trastorno y hacer recomendable una valoración por parte de un especialista.

Estos son algunos de los síntomas de alarma:

Hacia los 12 meses de edad

  • No balbucea.
  • No hace gestos como saludar con la mano, señalar para pedir alguna cosa o mostrar objetos.
  • No reconoce su nombre ni responde cuando se le llama.
  • No se interesa ni se implica en juegos interactivos sencillos, como el “cucú-tras” o similares.

Entre los 12 y los 18 meses de edad

  • No dice palabras sencillas.
  • No responde a su nombre.
  • Presenta un uso limitado o disminuido del contacto ocular.
  • Ausencia de balbuceo social/comunicativo como si conversara con el adulto.
  • Ausencia de imitación espontánea.
  • No señala para “pedir algo” (protoimperativo).
  • No mira hacia donde otros señalan.
  • No enseña o muestra objetos.
  • Puede manifestar una respuesta inusual ante estímulos auditivos.
  • Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucú-tras” o similares.

Hacia los 24 meses de edad

  • No dice frases de dos o más palabras, que sean espontáneas y no sólo repeticiones de lo que ha escuchado a los demás.
  • Tiene dificultades para mantener el contacto ocular cuando se le habla, y no sigue objetos con la mirada.
  • No se implica en juegos compartidos, y parece no disfrutar de la relación compartida con otras personas.

En cualquier caso, estos factores de forma aislada no implican que el niño o la niña tenga un TEA. Son señales que deben alertar a las familias y a los profesionales del riesgo de que se presente un trastorno de este tipo en el desarrollo y favorecer la derivación a una evaluación especializada que lo confirme o descarte.

Ante la sospecha de que nuestro hijo pueda tener algún problema de desarrollo social y comunicativo es importante acudir a un especialista cualificado. En el siguiente link se puede descargar un útil documento que nos ayudará ante este tipo de sospechas

Origen y Causa de los TEA
Los científicos no están seguros sobre el origen de los TEA, pero se cree que tanto la  genética como el ambiente juegan un papel importante.  Los investigadores han identificado un número de genes asociados con el trastorno.  Existen estudios que han encontrado irregularidades en varias regiones del cerebro, mientras que otros estudios sugieren que las personas con  TEA tienen niveles anormales de serotonina u otros neurotransmisores en el cerebro. 

Los resultados de estudios familiares y de mellizos sugieren que algunas personas tienen una predisposición genética al autismo.  Se observa que los estudios de mellizos idénticos muestran que si un mellizo está afectado, existe una probabilidad del 90 por ciento que el otro mellizo esté afectado, por lo que la carga genética podría tener un importante peso.

¿Cómo se diagnostican los TEA?
Actualmente no existe ningún marcador biológico unívoco que permita el diagnóstico de los TEA. La confirmación del diagnóstico se realiza en base a la observación de diferentes indicadores en el desarrollo de la persona, así como la evaluación de distintas áreas personales tales como área social y comunicativa, área cognitiva y motora, conducta, hábitos de autonomía, higiene, etc.

En este proceso de diagnóstico es necesario recoger y comparar información de distintas fuentes y entornos, que se obtiene tanto de la persona sobre la que se está realizando la evaluación, como de las personas de su entorno más cercano, como padres, profesores…

El procedimiento para establecer un diagnóstico, se realiza por parte de un equipo multidisciplinar, que implica a distintos profesionales como pediatras,  neurólogos, psicólogos, la familia, el entorno educativo… cada profesional aporta información relevante y realizará las pruebas oportunas, desde el campo de la psicología, este proceso debe recoger la siguiente información:

  1. Elaborar la historia clínica:

En ella se recoge información sobre el desarrollo de la persona, desde el desarrollo prenatal (incidencias durante el embarazo, parto, etc.) hasta momento actual.

Existen protocolos específicos de entrevista para recoger esta información, que están científicamente validados (ADI-R, DISCO, M-CHAT, CSAT…)

  1. Aplicar las pruebas que permiten conocer la sintomatología y las necesidades de la persona:

En la valoración completa se deben evaluar los siguientes aspectos del desarrollo:

  • Habilidades intelectuales y de aprendizaje.
  • Lenguaje y comunicación.
  • Habilidades de juego e imaginación.
  • Habilidades sociales y adaptativas.
  • Posibles dificultades de conducta.

Para ello es necesario obtener información de la familia y entorno y la observación de los distintos aspectos, empleando para ello algunas pruebas y escalas de evaluación estandarizadas.

¿Qué necesitan las personas con autismo?
Para poder englobar todas las necesidades educativas de las personas que sufren autismo, será necesario atender a distintos aspectos:

  • La Interacción Social:

Las personas con autismo necesitan aprender a relacionarse adecuadamente con los demás en distintas situaciones. Para ello, deberán aprender a reconocer y comunicar sus sentimientos y pensamientos y ser capaces de comprender los de los demás.

  • La comunicación:

La dificultad para entender el lenguaje de los demás hace que sea necesario , al comunicarse con ellos, la gente de su entorno utilice señales claras, con una comunicación verbal escasa y gestos muy marcados con significados muy claros para las personas con autismo.

Será fundamentales el entrenamiento en habilidades sociales de cara al inicio y mantenimiento de conversaciones, tanto a nivel verbal como no verbal (tono, volumen, ritmo del habla, contacto ocular, expresión facial, etc.)

  • Aprendizaje:

Es fundamental que en su vida cotidiana y en las tareas de aprendizaje se siga un patrón predecible, donde ellos puedan siempre anticipar que será lo que suceda a continuación.Los situaciones de aprendizaje deberán ser individualizadas, sencillas, específicas y muy concretas, para que se puedan generalizar a otras similares los conocimientos adquiridos.

Para aumentar su motivación será necesario que se realizan aprendizajes con los menores errores posibles (Ensayo sin error) y el entrenamiento en habilidades de control del entorno y autocontrol.

  • Salud y Autonomía:

Para su adecuada adaptación y funcionamiento será necesario que de forma gradual vayan adquiriendo mayores niveles de autonomía en ámbitos como la alimentación, el vestido, la higiene, etc.

El seguimiento médico y psiquiátrico deberá cubrir necesidades como la de medicación, vacunas, óptica, odontología y estomatología.

Para más información sobre estas necesidades consultar el siguiente artículo: Educar a personas con autismo  y otros trastornos generales del desarrollo

Pese a toda la literatura que existe en relación con el autismo y los últimos avances que se van produciendo todavía nos queda mucho camino por recorrer tanto a nivel médico como psicosocial. Lo que sí es seguro es que las familias y el entorno de aquellos que sufren este trastorno se beneficiarían enormemente si todos entendiéramos mejor en qué consiste y supiéramos cómo comportarnos ante una persona con autismo.

Esperamos que este artículo haya cumplido ese cometido. Comparte la entrada del blog y colabora con nosotros a darle la mayor difusión posible.