¿Por qué  en el colegio nos enseñan las tablas de multiplicar y no inteligencia emocional?

Quizá esta pregunta no nos la hacemos hasta que no somos adultos y comenzamos a tener dificultades a la hora de gestionar nuestras emociones, las habilidades sociales, la empatía o la escucha activa. Y es aquí cuando somos conscientes de que a lo largo de nuestro crecimiento nos ha faltado la asignatura de Inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer, gestionar y regular nuestras emociones y las de los demás. Además entorno a ella se encuentran aspectos como las habilidades sociales, el control de impulsos, la autoestima, etc.

Como podemos ver dos palabras tan sencillas como Inteligencia emocional engloban un sinfín de conceptos.

Por ello, con los niños es importante trabajarla desde que son pequeños. Lo ideal sería hacerlo tanto desde el colegio como desde casa, y cierto es que algunos colegios ya tienen dentro de sus programas asignaturas en donde la trabajan, pero como esto aún no es lo común, hoy te traemos algunos consejos para que como padre/madre desde casa puedas comenzar a hacerlo:

  • Dejar expresar libremente las emociones: tanto las que identificamos como positivas (alegría, sorpresa…) como las que identificamos como negativas (tristeza, miedo, ira…), esto de positivo o negativo es simplemente una forma de agruparlas entre las agradables y las no agradables, pero  hemos de recordar que todas ellas nos dan información y nos ayudan.
  • Identificarlas en tu hijo: esto es algo que nos ayudará mucho para enseñarle en que si un día suspende un examen puede estar enfadado y no apetecerle jugar, o que si se ha enfadado con un amigo del colegio, pueda llorar porque le pone triste la situación.
  • Es clave que cuando no sepamos qué le ocurre a nuestro hijo, con naturalidad nos acerquemos a él y le preguntemos ¿Te ocurre algo, te no triste, ha pasado algo en el colegio?
  • Normalizarlas: Normaliza las emociones que siente, ej: “es normal que estés enfadado si te han quitado tu juguete”.
  • Enseñarle vocabulario emocional: Con esto nos referimos a aprovechar las diferentes situaciones del día a día para ir planteándole diferentes emociones según las puedas ir identificando tú. Por ejemplo “a esa niña le está regañando su madre, ¿Cómo crees que se puede sentir? De esta forma y casi sin darte cuenta le estás enseñando también a ponerse en el lugar de otra persona, es decir, a trabajar además de las emociones la empatía.
  • Transmitirle tus propias emociones: Durante el día ocurren muchas cosas que también puedes contarle y expresar como te has sentido. Por ejemplo, “cuando iba de camino al trabajo me encontré a una amiga que hacía tiempo que no veía  y me alegró mucho verla”. Con ello el verá que él puede expresar libremente lo que le ocurre y que a los adultos también les pasan cosas que les producen determinados estados de ánimo.
  • Acompañarle en las emociones: Esto no significa que nos pongamos a llorar o a reír con él o quizá sí, pero lo que queremos transmitir con esto es que hay que apoyarle y estar con él si vemos que él nos necesita o respetar su espacio y dejarle con su emoción.

Estas son sólo a grandes rasgos algunas de las cosas que desde casa se pueden comenzar a hacer. En Áncora te ofrecemos la posibilidad de enseñarte los recursos necesarios para trabajar desde casa esta inteligencia que no nos han enseñado de pequeños y que solemos echar de menos cuando somos adultos.