shutterstock_59334757A continuación os dejamos una serie de puntos que nos ayudarán a mejorar las relaciones con los demás:

La mejor manera de cambiar una relación es cambiándose a uno mismo

Es muy natural querer cambiar una relación pretendiendo que la otra persona cambie. En el mejor de los casos estamos dispuestos a cambiar algo si hay un cambio de la otra parte. Sin embargo, la experiencia indica que esta pretensión suele agravar la relación.

Al tomar conciencia de que lo único que está en las propias manos para cambiar una relación es uno mismo, se asume el control de la relación, se deja de estar dependiendo de la otra parte.

Busca lo positivo de cada persona

Conviene prestar especial atención a los aspectos positivos de la persona aunque los negativos suelen impactar primero. Cuando la valoración que hacemos de alguien es negativa esto nos afecta a la hora de relacionarnos con ella. Es bueno analizar de nuevo el conocimiento que se tiene de esa persona con una mirada positiva “¿qué me gusta de esa persona?”, y de esta forma facilitamos seguir avanzando en la construcción de las relaciones con ella.

Gánate la confianza

La confianza es la base de las relaciones humanas. La confianza no se exige sino que gana, es necesario merecerla. Si una persona rompe una relación personal o profesional con otra, en últimas es porque no quedaba confianza con ella.

Actitud de ganar/ganar

Existe una tendencia natural a buscar la ganancia propia, a salirse con la tuya, a derrotar al adversario, a conseguir los fines que te propones, a ser el primero… darnos cuenta de un pensamiento y unas actitudes que culturalmente interiorizamos sin darnos cuenta y que se podrían resumir diciendo: “yo gano, tu pierdes”. A veces, por el contrario, alguien, con resignación, decide sacrificarse por otra persona. Estamos en una situación de “yo pierdo, tu ganas”. O también es frecuente ver posiciones de “yo pierdo, tu pierdes”, donde espíritu destructivo lleva a que nadie pueda ganar. Son distingas maneras de enfocar una relación.

Conviene darse cuenta que todos estos enfoques son erróneos para una relación duradera. La única actitud y el único comportamiento válido en este sentido será una posición “yo gano, tu ganas”. Se trata de una apreciación subjetiva, es decir, cada persona debe sentir que está ganando y lo reconoce como tal, aunque normalmente esto no se consigue de modo natural, sino que requiere un esfuerzo.

Escucha con empatía. Escucha activa.

Escuchar es algo más que oír, supone interés genuino por conocer el pensamiento de la otra persona. No es fácil en la práctica esta manera de actuar pues es frecuente estar más pendiente de juzgar el mensaje o preparar lo que se piensa decir. Escuchar es captar el significado de las palabras que se pronuncian, comprender el mensaje, las ideas. Es entender la situación. La escucha empática va más allá todavía. La empatía es esa relación de corazón a corazón entre dos personas. Es un proceso de comunicación que tiene en cuenta el mundo emocional de las personas. Se escucha de modo empático cuando se captan los sentimientos de la otra persona, cuando alguien se hace cargo del estado de ánimo del otro.

Se asertivo al expresarte

No es suficiente con querer y saber escuchar para que una relación sea buena, aunque sea un requisito básico. Se necesita también saber expresarse adecuadamente. La comunicación asertiva permite a una persona decir lo que quiere decir, sin tensiones interiores, de un modo claro y con sentido positivo. Las personas asertivas se responsabilizan de sus emociones y estados de ánimo y no los expresan culpabilizando a los demás. Para facilitar esto es importante utilizar los MENSAJES YO “me sentí, me gustaría, me molesta, creo que…” frente a lso MENSAJES TÚ que señalan juicios de valor y responsabilizan o culpabilizan.

Distingue entre la persona y su conducta.

Para que esto sea así es necesaria la distinción entre persona y conducta. Se diferencia de la conducta o de las ideas, pero se acepta a la persona. Es una consecuencia de valorar a una persona por lo que es, más que por lo que hace o piensa. Toda persona posee en sí misma una dignidad que nadie puede ofrecer igual.