Fobias y miedos infantiles
Los niños experimentan diversos miedos a lo largo de su desarrollo, muchos de los cuales son evolutivos, es decir, transitorios, de intensidad leve y específicos de una edad, normales y necesarios para el desarrollo del niño. Los miedos evolutivos no suelen interferir con el funcionamiento emocional cotidiano y van desapareciendo al poco tiempo, comenzando aproximadamente en los primeros meses de vida y extendiéndose hasta los 18 años de edad.
Por ejemplo, el miedo a la separación de los padres o ante los desconocidos, cuya edad de aparición es entre los 6 y 8 meses de edad, suele ser considerado como un miedo básico (presente en el 50% de los niños) y que desaparece en el transcurso del desarrollo. A partir de los 4 años hasta los 8, son frecuentes los miedos a la oscuridad, a los animales, a los ruidos intensos, etc., que dejan paso, posteriormente a los relacionados con las situaciones interpersonales.
Sin embargo algunos miedos de la infancia persisten incluso hasta la edad adulta, son de gran intensidad e interfieren en el funcionamiento diario del niño y de su familia. Son miedos desadaptativos o fobias infantiles, que aparecen ante situaciones que van mucho más allá de la precaución razonable que representa el peligro.
La diferencia entre comportamiento temeroso (o miedos evolutivos comunes) y la fobia es fundamentalmente de grado, por la incapacidad que origina la intensidad de la respuesta.
A continuación hablaremos de diferentes tipos de fobias: Específicas, Escolar y Social.
Fobia Específica
Es uno de los problemas de ansiedad más frecuentes en los niños, y se caracterizan por la existencia de un temor exagerado e irracional ante la exposición a situaciones u objetos específicos temidos (irse a dormir y/o la oscuridad, animales, colegio, ruidos intensos, tormentas, alturas, sangre-inyecciones, dentistas, aviones, ascensores o recintos cerrados, etc.), o bien cuando anticipa su aparición, lo que da lugar a comportamientos de evitación, interfiriendo de forma negativa las áreas del menor.
A diferencia de los miedos evolutivos, las fobias específicas no desaparecen entre los seis y los ochos meses de haber aparecido. El miedo a los animales, a los seres imaginarios y a ciertas situaciones ambientales (tormentas, oscuridad, etc.) es particularmente frecuente en la niñez de los 2 a los 4 años de edad, desapareciendo generalmente con rapidez al madurar y por las experiencias de aprendizaje.
El miedo o la fobia a la oscuridad y a dormir solo, puede producir una fuerte ansiedad en el niño en el momento de ir a la cama y provocar rabietas y negativas a acostarse.
Fobia Escolar
Los miedos a la escuela son muy frecuentes en un momento u otro del desarrollo, la fobia escolar se puede definir como un patrón desadaptativo de respuestas de ansiedad a situaciones escolares, cuya detección y tratamiento es importante por las repercusiones que tienen sobre el aprendizaje escolar y el funcionamiento social del niño.
Es bueno considerar esta fobia a tres niveles:
- Motor. El niño evita ir a la escuela o se escapa de la misma, expresa verbalmente su negativa a acudir, se queja de dolores o enfermedades, muestra una conducta negativista no vistiéndose o no desayunando, si sus padres lo llevan a la escuela forzadamente, llora, grita, tiembla, pide volver a casa.
- Fisiológico. El niño experimenta un importante incremento en su activación, aparece sudoración, tensión muscular elevada, malestar estomacal, urgencia urinaria, dolores de cabeza…
- Cognitivo. El niño tiene pensamientos o imágenes negativas sobre situaciones escolares, anticipa consecuencias desfavorables como que se van a reír de él los compañeros o que el profesor le va a reñir. Evalúa negativamente sus propias capacidades y/o la situación, por ejemplo si le van a preguntar una lección y no va a saber contestar.
La fobia escolar se adquiere por medio de experiencias desagradables directas o por la observación de las mismas en otros en situaciones escolares. Las respuestas fóbicas se mantienen por reforzamiento negativo (evitación de la ansiedad, reducción de responsabilidades escolares) y por reforzamiento positivo (atención de los padres, realización de actividades agradables).
Fobia Social
El miedo a los extraños es un fenómeno normal durante el desarrollo en los dos primero años de vida. Se caracteriza por la excesiva evitación del contacto con personas desconocidas, niños y adultos. En la infancia se expresa en forma de llanto, oposición, berrinches y una necesidad imperiosa de evitar la situación social.
Los niños con este problema presentan también bajo estado de ánimo, poca confianza en sus habilidades y una fuerte tendencia a ser obstinados. A diferencia de los adultos, los niños no tienen por qué reconocer que el miedo es irracional.
La timidez interfiere en las relaciones sociales con los compañeros, reaccionando con miedo o ansiedad ante situaciones en las que han de interactuar con otras personas; en los adultos se calificaría de fobia social, y este comportamiento tímido en grados extremos era considerado clásicamente como un trastorno de evitación.
Para hablar de fobia social es necesario comprobar que el niño es capaz de relacionarse socialmente con sus familiares, y que la ansiedad social extrema aparezca en las relaciones con niños de su edad y no sólo ante los adultos. Es importante no confundir la fobia social con el Trastorno de Ansiedad por Separación.
Nuestro tratamiento:
Nuestra intervención comienza con una evaluación detallada del niño/adolescente y de su familia, ya que de ésta evaluación dependerá el diseño del plan de intervención concreto y las técnicas utilizar.
- Nuestro objetivo prioritario es crear una relación terapéutica con el niño/adolescente de colaboración y trabajo en equipo a través del entendimiento, la empatía y aceptación incondicional de sus problemas.
- Promovemos que comprenda su problema y vaya aprendiendo a lo largo de las sesiones las formas para enfrentarse al problema y superarlo.
- Evaluamos de forma detallada y diseñamos un plan de acción o tratamiento individualizado dependiendo de la problemática específica presentada. En este plan de actuación adecuado a sus necesidades, es esencial:
- Dotaremos a los padres de pautas específicas relativas a la comunicación con el paciente
- Con el niño o adolescente:
- A nivel fisiológico; dotándole de estrategias como la relajación para disminuir la activación psicofisiológica que después pueda generalizar a distintas situaciones problemáticas.
- A nivel cognitivo, identificaremos creencias erróneas que son la base de sus pensamientos automáticos negativos.
- A nivel emocional, trabajaremos en la mejora del autoconcepto mediante técnicas de automotivación, identificación de sus propias necesidades, comunicación asertiva, tolerancia a la frustración y aceptación incondicional de sí mismo, junto con un aumento de la percepción de autoeficacia.
- A nivel conductual: Exposición y afrontamiento a bloqueos y a situaciones que le generan miedo y malestar (situaciones temidas).
- Una vez que se ha perdido el miedo a bloquearse comenzamos la fase de modificación en la que se pueden introducir elementos de cambio en la manera de pronunciar que potencian la aceptación.
Finalmente, cuando se ha conseguido un nivel de fluidez, se pasa a la fase de estabilización y generalización en la que las relaciones sociales son fundamentales.