Déficit de atención – TDAH
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es uno de los más importantes de la infancia y la adolescencia. La detección precoz y la intervención temprana eficaz es uno de los factores de mejor pronóstico.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es uno de los más importantes de la infancia y la adolescencia. Es un trastorno básicamente crónico que se manifiesta de forma diferente según la edad. Interfiere en muchas áreas de desarrollo y de la vida del niño y del adolescente. Los síntomas se inician, a menudo, en la primera infancia (entre 2 y 6 años) y es más frecuente en los niños (se estima una prevalencia del trastorno en un porcentaje de 8 por cada 100 niños y del 2 por cada 100 niñas).
El TDAH viene definido por 3 conceptos clave:
- Falta de atención: suele ser descrita por los padres y maestros con frases como «no se concentra», «se distrae con nada», «hay que estar siempre encima de él/ella», «está en las nubes»…
- Impulsividad: se refleja en conductas tales como la incapacidad del niño para esperar su turno en situaciones académicas o de juego, asumir riesgos innecesarios que le llevan a padecer caídas y lesiones, poca tolerancia a la frustración, incapacidad para trabajar en tareas dónde no obtienen refuerzo inmediato, dificultades para seguir instrucciones y tendencia a responder precipitadamente en problemas con diversas alternativas.
- Sobreactividad: podríamos definirla como la presencia de niveles excesivos para la edad del niño, de actividad motora o verbal. Son niños que hablan continuamente, casi siempre se están moviendo, no pueden estar mucho tiempo sentados, etc…
Criterios para el diagnóstico de Trastorno por déficit de atención con hiperactividad
- Existen 1 o 2:
1. Seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
-Desatención. A menudo:
- no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades
- tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas
- parece no escuchar cuando se le habla directamente
- no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a incapacidad para comprender instrucciones)
- tiene dificultades para organizar tareas y actividades
- evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos)
- extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p. ej. juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas)
- se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes
- es descuidado en las actividades diarias
2. Seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
-Hiperactividad. A menudo:
- mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento
- abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado
- corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud)
- tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio
- «está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor
- habla en exceso
-Impulsividad. A menudo:
- precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas
- tiene dificultades para guardar tumo
- interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej. se entromete en conversaciones o juegos)
El TDA-H conlleva en los niños problemas de relación social con sus compañeros, de disciplina, problemas de conducta, fracaso escolar y déficit de autoestima. Por ello es importante detectar el problema cuanto antes para poder trabajarlo adecuadamente.
La detección precoz y la intervención temprana eficaz es uno de los factores de mejor pronóstico. La época en la que resulta más fácil de detectar la hiperactividad infantil es el periodo preescolar (por su inquietud o su falta de autonomía al requerir mayor vigilancia y ayuda en las actividades diarias entre otras cosas). Suelen ser catalogados como desobedientes, suelen dormir poco y despertarse muy temprano, tienen dificultades con las comidas y falta de conciencia de las normas. Son más propensos a mostrarse irritables y caprichosos.
Por lo general el colegio no es el único que “descubre” el TDA-H, pero si donde se suelen detectar. Cuando el profesor comenta las dificultades que provoca en el aula el comportamiento del niño hiperactivo, los padres ya han tenido ocasión de “sufrirlo” en casa y, por lo general, han puesto en práctica todo tipo de estrategias con escasos resultados. Esta situación contribuye normalmente a deteriorar la confianza de los padres en sus posibilidades como educadores, a sentirse desorientados, ansiosos y a desarrollar sentimientos de culpa.
Respecto al origen, no existen datos concluyentes, se mezclan múltiples factores: biológicos, retraso madurativo, factores pre y perinatales, influencias genéticas y variables ambientales y de aprendizaje. Los problemas escolares dependen en gran medida de la capacidad intelectual del niño hiperactivo, que puede compensar, en un algunas ocasiones, muchas de sus dificultades. Otros factores relacionados serán: la actitud de los padres, su capacidad para la adaptación y el asesoramiento de los especialistas.
Nuestro Tratamiento:
Nuestra intervención se basa en una orientación cognitivo-conductual, con ejercicios para el entrenamiento en relajación y respiración, ejercicios de control muscular, coordinación visomotora, atención, concentración y orientación temporo-espacial para promover en el niño comportamientos tendentes a desarrollar la atención, a solucionar problemas y, en general, a lograr autocontrol y reflexión ante las distintas demandas ambientales.
Además con el objetivo de reforzar las conductas que faciliten el aprendizaje se utilizan también técnicas como el modelado, la economía de fichas o el entrenamiento en autoinstrucciones diseñando un programa considerando la motivación del niño, planteando las sesiones lo más atractivas posibles, con un lenguaje comprensible y habitual para la edad del niño, apoyando su trabajo con refuerzo social, y haciendo participar a los padres para poner en práctica el método en el ambiente natural del niño.
Es frecuente combinar la terapia cognitivo-conductual con tratamiento farmacológico (fundamentalmente estimulantes como metilfenidato y dextroanfetamina entre los seis y los doce años). La medicación no es conveniente ni necesaria en todos los casos de hiperactividad, solemos recomendarla tras comprobar que los métodos psicológicos no son suficientes, en los casos más graves.