Las pérdidas durante el embarazo son sucesos para los que nadie está preparado, ni quienes la sufren ni aquellos que los rodean. Es muy complicado saber qué decir o qué hacer para poder mitigar el dolor de estas parejas. Por ello, es frecuente que amigos y familiares traten de evitar hablar del tema intentando no causar más daños a los padres, mientras que los padres viven este asunto en una dolorosa soledad.

Según la OMS el periodo perinatal abarca desde las 22 semanas de gestación hasta una semana después del nacimiento. Esta definición no es muy aceptada en la práctica y se pueden encontrar distintos autores que lo prolongan desde la concepción hasta el final de primer año de vida.

El duelo perinatal tiene características propias que lo diferencian de otros tipos de duelos. Debemos tener en cuenta que este tipo de pérdidas son, la mayoría de las veces, totalmente inesperadas y nos sitúan una dura paradoja entre la vida y la muerte. Además a lo largo de la historia se ha considerado, en cierto modo, un tema tabú. Este secretismo puede estar relacionado, entre otras cosas, por como se ha enseñado a la mujer a no hablar de aspectos como menstruación, sexualidad, fertilidad, embarazo o menopausia de una forma clara y abierta.

Son muy pocas las sociedades que tienen algún tipo de ritual o ceremonia para este tipo de pérdidas (como podría ser una misa al fallecer un familiar), dejando a los padres en una complicada situación emocional.

Tras la pérdida de nuestro bebé, experimentamos síntomas tales como shock, insensibilidad, un marcado aturdimiento y dificultades para funcionar con normalidad. Esto además sorprende a los padres pues en su día a día “no ha cambiado nada”. Es una pérdida dolorosa y muy particular porque se basa más en una pérdida de deseos, necesidades y proyectos, por lo que de no tener unos adecuados factores de protección la persona puede alcanzar un gran desconcierto y sufrimiento.

Es frecuente sentir muchísima añoranza, debilidad e incluso sentimientos de culpa “Si hubiera descansado más, si no hubiera hecho esto…” Pudiendo llegar a sentir un enorme y horrible vacío.

Todos estos aspectos son totalmente normales, pero la persona puede llegar a temer por enfermar o deprimirse e incluso a sentir que no tiene derecho a estar sufriendo. Esto es muy común cuando el entorno “obliga” a que se recupere, sorprendiéndose porque aun no lo haya logrado superar y llegando a utilizar frases como “Hay que seguir adelante… Sois jóvenes… Ya tendréis otro…”

En general, si el duelo se va resolviendo de forma sana, muy poquito a poco, la persona comenzará a rehacer su vida y podrá ir disfrutando de nuevo, pero siempre sin olvidar la pérdida.

Es importante conocer qué factores pueden influir en la complicación del duelo perinatal y estar atentos para poder solicitar la ayuda necesaria en el caso de que concurrieran varios de ellos.

  • No tener más hijos
  • No tener una adecuado apoyo social y familiar
  • No disponer de una información adecuada sobre los abortos
  • No conocer el motivo por el que se ha producido la pérdida
  • Que coincida con otros aspectos vitales complicados o importantes
  • No tener pareja
  • Presencia de problemas psicológicos previos
  • Pérdidas perinatales recurrentes.

Desde Áncora Gabinete de Psicología queremos dar voz a estos tristes sucesos y alentar a todo el entorno de las personas que lo sufren a que no traten de correr un tupido velo. Es sumamente importante normalizar el sufrimiento de estas parejas, respetar sus tiempos de “recuperación” y estar alerta de posibles complicaciones para tomar las medidas oportunas.

En futuras entradas nos centraremos en cómo poder apoyar de una forma adecuada  a estos padres. Como se ha mencionado, en ocasiones y sin ningún tipo de intención, el entorno social puede causar más sufrimiento a estas parejas. Mientras tanto, no dudéis en contactar con nosotros ante cualquier duda o si deseáis compartir información en relación con estas dolorosas pérdidas.